Soy un gusano más, descontento entre la carne muerta
Luz llenando una habitación vacía
La noche pasa por mi piel sin apenas rozarla,
Como la convicción de soldados que pasan y saludan la bandera:
Lluvia reduciendo un puente a escombros
Creciendo, respirando, abriéndose paso entre esta máscara agotada por abyecta
De intentar ser, la pesadilla constante de llamarse adolfo arauz
Tocar a la hermosa virgen con las luces apagadas
Con un precipicio para tomar impulso
No caer en el pozo de la miseria,
Donde los vampiros detienen falsamente la ofensa del espacio y la memoria
El infierno del tiempo, el abismo exacto de las consecuencias, de la triste certeza:
De que estamos solos, que no existe dios, que a
diario
escupimos con convicción de nuestra boca la medicina:
Todos somos culpables, por palabra obra, u omisión.
Todos somos culpables, por palabra obra, u omisión.
Hemos hecho de la hipocresía la medalla de más alto honor,
convertimos el amor en catástrofe,
la religión en un cabaret, heredamos la verdad y no sabemos qué hacer con
ella.
La mía es la absoluta, dramática, ególatra, hermosa y férrea
responsabilidad diaria:
De saber que la muerte se ha enamorado de mi.
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