lunes, 19 de septiembre de 2016

Río de sangre

Soy un gusano más, descontento entre la carne muerta
Luz llenando una habitación vacía
La noche pasa por mi piel sin apenas rozarla,
Como la convicción de soldados que pasan y saludan la bandera:
Lluvia reduciendo un puente a escombros
Creciendo, respirando, abriéndose paso entre esta máscara agotada por abyecta
De intentar ser, la pesadilla constante de llamarse adolfo arauz
Tocar a la hermosa virgen con las luces apagadas
Con un precipicio para tomar impulso 
No caer en el pozo de la miseria,
Donde los vampiros detienen falsamente la ofensa del espacio y la memoria
El infierno del tiempo, el abismo exacto de las consecuencias, de la triste certeza:
De que estamos solos, que no existe dios, que a diario
escupimos con convicción de nuestra boca la medicina:

Todos somos culpables, por palabra obra, u omisión.
Hemos hecho de la hipocresía la medalla de más alto honor,
convertimos el amor en catástrofe,
la religión en un cabaret, heredamos la verdad y no sabemos qué hacer con ella.
La mía es la absoluta, dramática, ególatra, hermosa y férrea responsabilidad diaria:
De saber que la muerte se ha enamorado de mi.

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