miércoles, 23 de abril de 2014

La canción del enterrador



Una pasión circular, madre del mundo
En un parto sonoro y ardiente, en frente de la amplia ventana forrada de barro
Por las manos que eternamente conspiran para que no entre la luz.

Hay aún fragmentos de verdad con el puño en alto, promesas de lluvia celeste
Que al tocar el suelo no se quebrarán convirtiéndose en ceniza sin memoria.

Locura, obsesión y odio enamorados, cuervo bien amaestrado
Para hurgar en mis entrañas cuando mi cuerpo lo atraviesa la terrible quimera

Que es sangre envenenada en la fábrica insomne de mi corazón.

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