lunes, 5 de septiembre de 2011

Gospel


Sería hermoso volver a creer

Que tus manos sanaban

Y eras el abogado de las prostitutas

Que era lícito poner la otra mejilla

Porque ningún emperador, poder o idea

Podían contra un hombre honesto.

Creí hasta cuando se quebró mi alma;



Porque seguirte era suficiente

Y tus templos no estaban llenos por aquellos que juraste repudiar

Solo tus prístinos reinos podían dar sentido a mi dolor,

Y la madera del barco que a ellos llevaba

No estaba podrida. No había ratas 



Porque los hombres que lo ocupaban eran hermanos.


Sería hermoso volver a creer.



Pero ahora solo me queda la certeza

De que todas las oraciones del mundo, puestas juntas

No mueven ni la hoja de un árbol.

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