martes, 22 de marzo de 2011

Vuelta

Quiero renacer en el mantra
de tu cuerpo ahora lejano
e incendiar el mañana
en la luz de lo certero
sin ninguna disciplina en la mesura.


Cuidarme de no agotar el deseo varado
que nos pudre como al pensamiento
cuando no sueña y sólo reflexiona dentro
de la regla vacua de la moral y el compromiso

esta vez siendo el testigo único del aullido de tu carne

que ruge como el último aliento de una noche moribunda;
el sensato éxtasis del ángel que prueba por primera vez el cielo
para concluir que su sabor es más bien amargo.

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