
Llegó a ser campeón de Europa en 1968
En una sola noche ganó 17 millones de pesetas haciendo besar la lona a un boxeador alemán de nombre impronunciable.
Y presume de tener aún hoy, a sus 65 años la fuerza de 10, y también asegura apuntando con su dedo, amenazando a alguien que no existe, que podría derrotar a cualquiera cualquier dia, sólo con sus puños y sus guantes de ocho onzas, con sus brazos cortos pero que antaño rompían paredes.
“Ese sueño se acabó” le entiendo finalmente, cuando la tristeza, o la última copa no le dejan contar más. Después la luz de su historia se apaga, y se abstrae mirando como sus recuerdos florecen con nitidez en el aire.
Se llama Manuel Calvo, no aparece en ningún libro, y el tiempo sólo le ha dejado una nariz rota, una mandíbula que cruje, la verdad en sus ojos, y las historias increíbles que cuenta medio borracho en un bar, donde no le cree nadie.
Nadie, excepto yo.
En una sola noche ganó 17 millones de pesetas haciendo besar la lona a un boxeador alemán de nombre impronunciable.
Y presume de tener aún hoy, a sus 65 años la fuerza de 10, y también asegura apuntando con su dedo, amenazando a alguien que no existe, que podría derrotar a cualquiera cualquier dia, sólo con sus puños y sus guantes de ocho onzas, con sus brazos cortos pero que antaño rompían paredes.
“Ese sueño se acabó” le entiendo finalmente, cuando la tristeza, o la última copa no le dejan contar más. Después la luz de su historia se apaga, y se abstrae mirando como sus recuerdos florecen con nitidez en el aire.
Se llama Manuel Calvo, no aparece en ningún libro, y el tiempo sólo le ha dejado una nariz rota, una mandíbula que cruje, la verdad en sus ojos, y las historias increíbles que cuenta medio borracho en un bar, donde no le cree nadie.
Nadie, excepto yo.
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